El hexágono de Saturno

Artículo con mención honorífica en el II Concurso de Artículos Divulgativos: Explora y Escribe (agosto - septiembre, 2024). AUTOR: Iván Argel Quiroz Rosas

Uno de los fenómenos más estudiados y conocidos en todo nuestro sistema solar es la Gran Mancha Roja de Júpiter, el planeta más grande que orbita al Sol. Esta se trata de una tormenta colosal (con un diámetro un poco mayor al de nuestro hogar, la Tierra), que ha estado activa por al menos 190 años, generando vientos mucho más veloces que los que produjo el huracán Katrina en su pico más alto de energía.

Aun con lo fascinante que es este vórtice, existen otros fenómenos similares los cuales considero que, por sus cualidades y particularidades, merecen mucha más atención de la que reciben por el medio de divulgación científica. De todas estas, vengo a hablar un poco acerca de uno ubicado en el sexto planeta del sistema solar: Saturno.

Saturno: más que un anillo

Cuando miramos a Saturno, lo primero que atrapa nuestra mirada son sus hermosos anillos de hielo y roca que resaltan del amarillo pálido casi homogéneo de su atmósfera; sin embargo, este planeta oculta dentro de sus capas de gas varios sucesos atmosféricos que han atraído el interés de científicos y astrónomos durante cientos de años. Desde enormes tormentas que son visibles acá en la Tierra hasta los horripilantes alaridos producidos por las auroras saturnianas y captados por la sonda Cassini, este gigante gaseoso tiene mucho más que ofrecernos de lo que la vista nos permite ver en un inicio.

Tan enigmático es este planeta que, tras milenios de conocer a este objeto celeste, una de sus más grandes estructuras no fue descubierta sino hasta después de la misión Voyager, cuando el astrónomo David A. Godfrey estaba analizando datos de vuelo de la sonda, durante 1987. Al juntar distintas imágenes de diferentes puntos de vista del polo norte, encontró un extraño patrón de nubes justo en la zona más septentrional de Saturno, que tiene forma de hexágono regular, la cual se mantiene con el tiempo. Cada uno de los lados de esta figura tiene una longitud aproximada de 1800 km, lo cual es ligeramente mayor al diámetro de la Tierra, que se sitúa en ~12 700 km. Esta enorme nubosidad no se mantiene estática, sino que da vueltas sobre su propio eje, a ritmo de una cada 10 horas y 40 minutos aproximadamente.

Imagen hecha a computadora comparando el tamaño del
hexágono boreal en Saturno con la Tierra, la esfera azul a la
izquierda.
Imagen hecha a computadora comparando el tamaño del
hexágono boreal en Saturno con la Tierra, la esfera azul a la
izquierda.

Los vientos del hexágono

Este hexágono tampoco se queda corto en la velocidad a la que mueve el aire. Con sus vientos alcanzando velocidades de 320 km/h, esta tormenta no tiene nada que envidiar ni en tamaño ni en potencia a la gran mancha roja de Júpiter, además de poder presumir una forma más estética que un simple remolino como el anterior mencionado.

Imagen obtenida por las cámaras de la sonda
«Cassini» del fenómeno (NASA, 2016)

Un dato curioso de esta forma es que a lo largo del año cambia su color. Se han registrado colores dorados durante el verano saturniano, mientras que en invierno este cambia a un turquesa cristalino muy característico. Hasta el momento no se tiene una explicación acertada, pero una teoría apunta a que esto se debe a reacciones fotoquímicas presentes en la atmósfera del planeta, las cuales se liberan a la región de los aerosoles presentes dependiendo de la cantidad de luz solar que reciba, produciendo el cambio de tono.

La corona del señor de los anillos, ¿cómo fue forjada?

Este fenómeno es único por donde se le vea. Tanto así que incluso en su propio planeta natal no existe uno parecido a él. El telescopio Hubble confirmó que en el polo sur de Saturno había un vórtice similar al del polo norte, mas no el flujo hexagonal que lo adornaba. A la fecha de escrito este artículo, aún no se tiene una respuesta concreta respecto a la formación de este singular fenómeno, pero un estudio realizado por científicos de la Universidad de Oxford proveyó una respuesta muy clara respecto al posible origen (o al menos mantenimiento) del hexágono.

Otro ángulo del hexágono (NASA, 2016)

El experimento consistió en hacer rotar un tanque circular que contenía líquido de forma que el centro y la periferia giraran a distintas velocidades, lo cual producía un flujo turbulento entre ambas zonas. Usando este método, se consiguió replicar la forma hexagonal en el laboratorio junto con otras como triángulos y octágonos, pero el polígono de seis caras fue el más común de todos. Así pues, y a grandes rasgos, es probable que la formación de este peculiar hexágono sea debida a una diferencia alta en las velocidades de los vientos entre el polo norte de Saturno y sus zonas periféricas.

Conclusión

Ya para terminar, tenemos que incluso con las numerosas misiones y sondas que hemos enviado al espacio a lo largo de más o menos 60 años, es iluso afirmar que tenemos un conocimiento amplio de los planetas que nos acompañan en el sistema solar. Lejos del final de un camino, el llegar al espacio no fue si no iniciar una larga travesía en la que la humanidad estará embarcada por cientos y miles de años (si es que no nos extinguimos los unos a los otros antes de eso) en las que el universo pondrá a nuestra disposición innumerables secretos para conocer. El hexágono de Saturno es un excelente ejemplo de este camino, y con un poco de suerte una futura misión permitirá que lo que hoy son teorías sobre su origen se corrijan y conviertan en explicaciones certeras.


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